Sevillanas en Espartinas |
La estructura formal de las sevillanas es común a todas las variantes: introducción - salida - vuelta - salida - vuelta - salida - cierre - , y entre las variantes más cultivadas destacan las boleras (tradición de la escuela bolera), de las cruces de mayo, corraleras (patios vecinales), bíblicas (con letras referentes al Antiguo Testamento), camperas, marineras (de los barcos que bajan a Sanlúcar), litúrgicas (Nuevo Testamento), de feria, rocieras (dedicadas a la Blanca Paloma, con gaita (flauta) y tamboril), toreras, romeras y mollares. Hacia 1980 las sevillanas cobran nueva popularidad, resurgiendo la práctica del baile y adaptando la música a las nuevas corrientes.
En lo musical observamos el proceso de aflamencamiento que sufrieron las seguidillas manchegas hasta definirse como seguidillas sevillanas en su contacto con géneros flamencos como la soleá, los fandangos, etc. La melodía suele ser métrica, prescindiendo en general del canto melismático, y las cuatro seguidillas (de música idéntica) se componen de introducción de 3 o más compases que sirve de preparación al baile; salida (primer verso, 3 compases), vuelta (retornelo instrumental de 3 compases) y letra que consta de tres grupos de compases, los dos primeros de 12 + vuelta y el último de 10 compases, concluyendo así la primera sevillana. Se suelen anunciar a viva voz "segunda", "tercera" y "cuarta", para avisar al baile la coreografía correspondiente. La sevillanas se suelen acompañar con guitarra y palmas, y castañuelas, supliendo al pandero y las sonajas que parece ser fueron en su momento el instrumentarium de las primitivas seguidillas sevillanas. Es baile de pareja y consta de los numerosos pasos pertenecientes en su mayoría a la escuela bolera y la antigua escuela española de palillos, entre los que destacan el paseo, la pasada, el zapateado, el careo, las vueltas, o el braceo. La letra de seguidilla sevillana consta de cuatro versos (heptasílabos primero y tercero y pentasílabos segundo y cuarto) al que se le añade un estribillo de tres versos, resultando una letra de siete versos como corresponde a la forma estrófica de la seguidilla.
Es música ternaria, sus coplas se escriben lógicamente como estrofas de seguidillas, y adopta toda clase de tonalidades. Es un género de enorme implantación y conocido por todos.